miércoles, 17 de junio de 2009

PASEO



Aparece un enfermero con una silla de ruedas.
.- Venga, te sientas aquí que nos vamos para abajo.
.- No, si yo puedo andar perfectamente.
.- Ya pero son normas del hospital, ¡venga!
Ok. El enfermero recoge mi ropa, la mete en una bolsa, y la cuelga de la silla. Empieza el viaje. ¡Que sensación!.
La silla empieza moverse a una relativa velocidad por los pasillos, parece que en todo momento tengas que impactar contra el marco de una puerta, o algún que otro objeto que merodea por allí, pero no, la habilidad del enfermero es espectacular, al llegar a las puertas, sale de detrás de ti, deja de empujar, pero no la frena, sencillamente te avanza, a un paso rápido y silencioso, abre la puerta, y te recoge al traspasarla ¡Increíble!. La sensación es genial, es como si estuvieras en el borde de un precipicio, inclinado un poco hacia delante, y la tierra corriera por debajo de tus pies, delante no tienes NADA, ni volante, ni manillar, ni cristal parabrisas, ¡nada!, tus ridículas rodillas al aire, y nada mas.

Llegamos a destino, y me aparcan en "semi batería" con otros tres "pilotos" en sus "bólidos".

.- ¡Fin del trayecto, chaval!

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