jueves, 10 de septiembre de 2009

EJECUTIVOS

Por desquiciante que sea a veces, se debería de controlar, al menos por parte del adulto.
Hoy he presenciado una escena que me ha provocado pena y rabia a la vez.
Resulta que una “mamá ejecutiva”, aparca delante de mi oficina cada día a la misma hora, baja toda peripuesta ella, con sus cuatro hijos, calculo así por encima y por orden ascendente nueve meses, tres años, siete años y diez años (este ultimo lo se seguro). Bueno, pues lo que digo, se baja del coche, “descarga” a los niños, y una persona mayor, seguramente el abuelo, o la abuela, según el día, esta esperando en la acera, los recoge, y se van juntos al piso de los “abuelos”.
La “mama”, va alteradísima todos los días que yo la he visto, tiene los nervios a flor de piel, si algún día al llegar, el abuelo o abuela, no están esperando, se pone a tocar el claxon, como una desesperada, apenas cruza una palabra tanto con los niños, como con los abuelos, pero si que es cierto que al marchar (nunca tarda en realizar toda la operación mas de tres minutos) besa a los cuatro hijos.
Esto es normal, estamos tan obcecados en nuestro trabajo, y vivimos tan al limite del tiempo, que esto es una situación normal. Lo que me ha indignado hoy, ha sido que la “mama” le ha soltado un sermón cargado de ira, rabia y lagrimas a la niña de diez años, la cual ha aguantado estoicamente la embestida, sin hacer un solo gesto, no ha llorado, no ha replicado, ni siquiera cuando le ha dicho eso que da tanta rabia de: ¡Ya esta bien, ¿eh? Que tienes diez años!, ni con esas, aguantando con temple. Al llegar la despedida besucona, la “mama” ha realizado la ronda, omitiendo besar a la niña de diez años, cuando ella ha subido al coche, la pequeña se ha puesto a llorar como una desconsolada, mientras el abuelo, le pasaba el brazo por los hombros, y miraba al interior del vehiculo para ver si la “mama” reaccionaba al respecto, pero ella ya estaba mirando su Black Berry.

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